Comentario
El Surrealismo en el núcleo madrileño, en el que confluyen personajes procedentes del resto de España, se halla indefectiblemente ligado a la Residencia de Estudiantes. En dicha institución se dieron cita, a comienzos de los años veinte, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, José Bello, Emilio Prados y José Moreno Villa, convirtiéndose además en punto de referencia obligado para cuantos poetas y pintores, fuera de ella, se aventuraban por derroteros artísticos similares.
En aquel ambiente juvenil en el que se rendía culto a la imaginación más desaforada y se potenciaban toda clase de juegos mentales, se gestaron imágenes, bromas y conceptos que luego, a través de Dalí y Buñuel, se incorporarían al acervo del Surrealismo internacional. Tampoco faltaron en este medio los contactos con el núcleo parisino, bien por la estancia de alguno de sus componentes en Madrid, como fue el caso de Louis Aragon, que pronunció el 18 de abril de 1925 una conferencia en la residencia de la calle del Pinar, o bien por los viajes de los pintores a la capital francesa. Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Ponce de León o Alfonso Olivares, por citar sólo unos ejemplos, fueron testigos directos, a mediados de los años veinte, de la eclosión del Surrealismo francés.
Federico García Lorca (1899-1936) fue el primero en elaborar una obra gráfica de carácter surreal, hecho en el que sin duda influyó su estrecha relación con Dalí y el grupo catalán de L'Amic de les Arts. De 1927 datan sus primeros dibujos automáticos, dados a conocer en las GaleríaS Dalmau de Barcelona en ese mismo año, pero será a partir de 1929 cuando, al igual que acontece en su producción literaria con "Poeta en Nueva York", el Surrealismo estalle de forma violenta en una serie de dibujos de resonancias letales y abundante iconografía sexual.
José Caballero (1916-1991), el mejor ilustrador de la poesía lorquiana, y al que se deben también notables escenografías de carácter surreal, como la realizada para "Bodas de sangre" y otras montadas por el teatro universitario La Barraca, es uno de nuestros más caracterizados surrealistas. Dibujante extraordinario, Caballero puso entre 1932 y 1936 a disposición de la imaginación más arrebatada todos sus recursos técnicos, creando una serie espléndida de dibujos, en los que el absurdo, la ironía y la provocación concitan constantemente la aparición de lo maravilloso.
En el contexto madrileño y a partir de las experiencias desarrolladas por Alberto (1895-1962) y Benjamín Palencia (1894-1980), en el seno de la Escuela de Vallecas, se configuró un surrealismo peculiar de carácter telúrico y rural. Al parecer fue el escultor el inspirador de un nuevo concepto del paisaje, el impulsor de una nueva sensibilidad ante los elementos atmosféricos y la dura orografía del páramo castellano, rápidamente asimilada por los pintores. Este surrealismo bronco de obras realizadas con abundante materia, en sobria gama de ocres, que en Maruja Mallo (1909) se ensombrece aún más y en los que predominan las referencias vegetales y minerales, es una de las formulaciones más originales de la pintura surreal española. Alberto, Maruja Mallo, Palencia y Rodríguez Luna abandonaron en estas obras la exploración de los ámbitos personales para profundizar en el trasmundo de un subconsciente de resonancias colectivas. Espantapájaros, uno de los cuadros de Maruja Mallo que responde a esta inspiración, fue adquirido por André Breton en 1932, durante la estancia de la pintora gallega en la capital francesa.
En la nómina de pintores surrealistas deben ser incluidos además Alfonso Ponce de León (1906-1936); el poeta ultraísta y creador del collage Adriano del Valle (1895-1957); Nicolás Lekuona (1913-1937), una de las figuras mas prometedoras de la vanguardia, muerto durante la guerra civil; el poeta José Moreno Villa (1887-1955), autor de una estimable producción gráfica y pictórica; Alfonso Olivares (1898-1936); Luis Castellanos (1915-1946); Luis Fernández (1900-1973), que realizó la casi totalidad de su obra en Francia y Eugenio Granell (1912), entre otros. Granell, que une a su condición de pintor infatigable una espléndida obra literaria y escultórica, es uno de los surrealistas españoles de mayor proyección internacional, al haber realizado la mayor parte de su obra en Centroamérica.